20/10/11

Enredamiento

Enredamiento

Por Dios que miento.
Lo juro por Dios.
Por Dios que siento.
Lo juro por Dios.
Lo siento.
La red se va.
¡La veo!
Los peces se van.
¡Los veo!
Saltan la boya.
¡La veo!
Salten la soga.
¡Ya!
Lo siento.
Los siento.



18/10/11

Reunión a medianoche


  Quizo el barrio darme el abrigo de una frazada en invierno. Era chico, alrrededor de diez y cinco, morocho, de ojos castaños, quijada potente y figuración ambigua. El barrio que tanto había querido por tanto tiempo, que había cubierto mis horas con las hojas que caen en otoño, que había dado sueño a mis pasos cuando la viligia me abrumaba con alguna preocupación infante, triste, de esas que suelen mariposear alrrededor nuestro los días de lluvia, desapareció como la ficción de un teatro cuando el telón la cubre.  Dos días duró aquello. Mis viejos quisieron resistir el embate de la muerte, pero no pudieron. Los cubrió la nieve, que quema al tacto.
  Dejé el colegio, dejé la vida. Mirando la ventana y la gente idiota caminando por la calle. Mirando la suerte ajena se me cubrió la vista. Mis abuelos al tiempo murieron, en la agonía del nieto enfermo de una tuberculosis jodida, complicada, oscura.
 Mi muerte consistió en mi ruina. Me escapé de esa casa y fui un paria. Comí de la basura, conviví con los perros, dormí entre diarios y le gané el truco al luto. El viento fue mi amante. El sueño mi vigilia.
 Morí.
 Renací una noche cualquiera de un día de octubre. Sentí la mirada sombría de un caballo de fuego que pasaba al lado mío. Asustado corrí a ganarle la carrera. Los ojos, siempre de costado, me miraban. Aullé más alto, llegue a las cimas, y alcancé con él el cielo, el caballo se hizo lava, y su volcán eruptó en oleadas, transportandome a donde habitan los ángeles y cantan los tangos. Un coro de ciegos me bajó entre cánticos calmados, entre susurros. Distinguí la tierra.
 Desperté merodeando la mañana. Abracé al viento, y le dí las gracias. Y descubrí que los miedos y las desgracias hay que avivarlos a fuego lento, y una vez hechos cenizas, soplarlos despacio.
Muy despacio.

17/10/11

El duende secuestrado

El arte  y la magia no son compatibles con nuestro presente.

 Cuenta la historia que dormía un duende en un algarrobo de la calle Salvador María del Carril. Dicen aquellos que pudieron verlo que se escondía entre las hojas y les tiraba semillas a los nenes despistados que solían pasar por allí. Tenía bigotes largos, que parecían viejas enredaderas nacidas de lo alto. Él, siempre vestido de verde y amarillo, con su chaqueta a rayas y el jubón en cuadrillé, rumbeaba siempre sobre esa calle ancha, anchísima.
 Cierta vez un nene que iba por allí de noche, en bicicleta, persiguiendo a los gatos hasta cansarlos, fue alcanzado por el duende, que bajó del algarrobo para ayudar a sus amigos.
 -¡Hey!, le ancanzó a decir, mientras tiraba una piedrita a la rueda de la bicicleta, ¡Basta ya!.
 El niño, asombrado, sintió el bamboleo de la biblicleta frente al choque con la piedrita, y se dió vuelta a tiempo para ver al diminuto ser con aquel bigote que llegaba hasta el suelo, gritarle enojado.
 -¿Quién sos?, le preguntó el niño con una sonrisa burlona- ¿Acaso sos un amigo de esos molestos gatos?.
 -¡Sí!, gritó el duende ya rojo de rabia y enojo. ¡Dejalos en paz!. Dicho eso le agarró el pescuezo y se lo retorció. El nene quedó degollado a medias y el duende desalojado por el Gobierno de la Ciudad, que se percató del extraño ser que se había alojado en la calle.
 Ahora el duende está siendo investigado por la CIA, que lo tortura desde el 2005 para descubrir si hay otros especímenes en la Tierra. También le extrajeron el ADN, con objeto de desarrollar duendes clonados, ya que podrían ser muy útiles en guerras como detectores de minas, dicen ellos en un documento al que tuve acceso gracias a una amistad en Wikileaks.

10/10/11

Hindue Blues

 Si pudiera me arrancaría el alma
y la colgaría en el gancho de la puerta
donde cuelgan mis sombreros.

La habitación desnuda,
rayando él sueña.
Ella, desnuda
y en una sinfonía,
el tiempo para y cambia.

Se agita el tiempo el mundo el todo,
mueren los ciclos y nacen constelaciones
el estigma se cubre de polen.



(A)

8/10/11

¡Ña Diáfana!


¿Qué entiende por naturaleza
y qué tanto de almohadas risueñas?
El árbol que sangra en la belleza
El hijo que convierte oro en rosas
¿Porqué claudica en su tarea?
¿Porqué, acaso, llora?
...




 ¿Y qué sabe Platón sobre anáforas?


(No esta sola la luna mientras siga iluminando)

¡Qué lástima!


 El atropellamiento por sobresalir la cabeza, por alcanzar cimas y manotear utopías. Ser dueños y señores, esclavizar y correr son caras de una moneda rutinaria.
Nací entre tradiciones cristianas. Besé los labios de Jesús una y mil veces mientras un cura con un crucifijo me preguntaba cuantas veces había osado masturbarme.
 Pecador de mí.
 Maté a mis dioses, y le arranqué las alas al ángel que me cuidaba, pero imposible matar lo que dejaron en mí. Allá, en algún recoveco, quedó la creencia en ese Dios... en ese pobre y desusado Dios. No queda más que la firme convicción de que Jesús nos advirtió que el único camino para que el mundo siga siendo mundo y no sea polvo y cenizas es ser un servus servorum, un siervo de los siervos. Un pobre entre los pobres. Un esclavo entre los esclavos.
 Bienaventurado aquel que lo logre, diría Jesús.
 ¿Era un profeta? No. ¿Un enviado? Quizás.
 ¿Fue un sabio, entonces? Sí.
 Sócrates, quien también sentó bases para el posible desarrollo de la humanidad, prefirió beber la cicuta antes que traicionar a su comunidad, a su polis. Lo hizo afirmando que era el único sabio de la ciudad ya que admitía que no sabía demasiado -sino nada-, pero con la sospecha que los Dioses aquellos que tanto reverenciaban los griegos no eran más que estrellas y espejismos. 
  Así tantos, en la historia brindaron su saber y vomitaron ideologías, pensamientos y dudas. Hoy tenemos la triste realidad de juzgar consecuencias sin analizar causas. Creo que el péndulo de la historia hoy está en el rótulo denominado "Decadencia". No nos culpo.
 Es hora de empujarnos, como cuando estamos en la calecita, hacia el otro extremo... o simplemente detenernos en las cosas vanas, como las niñas... que apretan las narices en las ventanas.

6/10/11

Cara y Cruz


Cara y Cruz
verbotrágica
falicálfa
negrotesca
embriagada
obulando
generala
alcoholizada
verdemencia
binómica
traumática
espermando
clítortículos
sueñomega.

1/10/11

Santa Matrona de Lavalle

Santa Matrona de Lavalle



Santa Matrona de los hombres hambrientos
das amor a manos llenas.

Le diste alimento al más pobre
para toda la vida

y entre sábanas denunciaste
tu oficio innato de enfermera.

(Callao y Lavalle, 1895)