28/9/11

Un hiato en Microcentro.



Un hiato en Microcentro.

La boliviana mira para los costados y trata de cruzar la calle. Mira y vuelve a intentar.  La estación colapsa y entre el mar de gente, logra al fin llegar a donde está su hijita, en el piso, vendiendo medias. Llega con una bolsa grande y negra que tira en el suelo y molesta a los peatones, que la miran un poco con desprecio, con esos ojos de vidrio que enmascaran la cara en Microcentro. La boliviana charla un poco con su hija, y empieza a tirar las medias que trae en la bolsa, en la lona. Negras, blancas y grises. Algunas bombachas y pantalones truchos. Todos pasan de largo y la boliviana se queda ahí, esperando como esperaría al encomendero, con sus rasgos un poco quechuas, un poco aimaras, disonantes cromáticos en el monocromo Microcentro porteño.
 La boliviana, con su hija, y su manta de medias.  Y allá, en el horizonte de Corrientes, como unas Venus dormidas, las torres de Puerto Madero erotizan Buenos Aires.

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